martes, 30 de noviembre de 2010

Libertad para Olate

Alfredo Grande dice que la peor opinión es el silencio. Y con respecto a Manuel Francisco Olate Céspedes ha habido demasiado silencio. Él está viviendo, por quizás qué retorcidos intereses del poder, una película basada en algún oscuro y radiante paradigma kafkiano. Y ahí está: En prisión en Santiago-Uno, con el peligro de ser extraditado a Colombia.


¿Su delito? Solidarizar con las Farc. ¿De cuando acá solidarizar con un movimiento guerrillero extranjero es delito? Así nadie podría haber solidarizado con la guerrilla vietnamita, ni con el Movimiento Sandinista, ni con los Maquis en la resistencia anti-nazi en Francia, ni con, ni con, ni con.

Es casi cómico que esto ocurra en Chile, país que se autoproclama líder de la solidaridad en todo el mundo. ¿O la solidaridad sólo debe ser entregada a los que están en una postura “políticamente correcta”, en relación a lo que determine quien ejerza el turno de poder político.

El segundo colmo es que además esto pase en nuestro país, justamente el país en que sin la solidaridad internacional en contra de la Dictadura Militar, jamás habría podido recuperar esta endeble democracia. Endeble democracia que en todo caso es mucho mejor que la dictadura, aunque haga todos los esfuerzos por parecerse cada vez más a ella. Y ojo que trata de parecerse a la dictadura de la forma menos sutil posible. Piensen sólo en aquel grupo de intelectuales que fueron arrastrados a la fuerza, golpeados y denostados por una suerte de escuadrón de Tontón Macuts Chilensis o nueva Nacional Central de Información (digámoslo así para que no se note tanto), en la inauguración de la Feria del Libro hace unos días. Esa es la lógica que tiene prisionero a Manuel. La lógica de la prepotencia y el montaje, que rima con matonaje.

Conocí a Olate a fines de los ochenta en Chillán. Me había invitado una universidad a dar un recital en esa ciudad. Luego de la actividad comenzamos un peregrinaje con un grupo de estudiantes por diversos bares de la ciudad. Recuerdo que Olate había iniciado un proyecto de una suerte de fanzine (esas revistas fotocopiadas que hacen los jóvenes desde la marginalidad y el deseo). Su proyecto era dibujar comics basados en textos de poetas chilenos. Su primer texto escogido, había sido uno de Clemente Rieddeman. Me solicitó un texto. Yo le dije que tomara el que gustase, pero que además yo andaba buscando un dibujante de comics para una idea que yo tenía.

Me pidió que se la contara. Es la Historia de la Rata del Placebo -recuerdo que le dije-. La historia es que en un lúgubre laboratorio de Santiago de Chile un grupo de científicos que prueba en ratas diferentes principios activos en futuros productos farmacológicos, escoge una rata para sólo suministrarle productos sin principio activo alguno, o sea, le suministra placebos.

Así, a medida que las demás ratas van perdiendo el pelo, adquiriendo manías, y royendo sus colmillos en los barrotes de las jaulas hasta quedar desdentadas, la rata del placebo se siente cada vez más fuerte y capaz de enfrentar a sus captores. En un traslado de ratas de experimentación a Concepción en un tren, éste descarrila a la salida de Estación Central, a la altura de la población José María Caro. La rata del placebo logra escapar de su jaula y se interna en la población con el deseo de contarle al mundo entero las barbaridades que le ha tocado vivir. Así, llega a una casa de esa población en que se encuentra reunido un grupo de combate del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. La rata pide la palabra.

Nunca más vi a Olate, por unos diez años más o menos. Un día apareció en un Taller de Poesía que hice en el verano del ‘98 en Plaza Brasil. Me encantaron sus poemas. Yo no recordaba que era el mismo veinteañero de diez años antes en la primavera chillaneja del ‘89. Al final del taller me dijo, “yo soy el que iba a ser dibujante de la Rata del Placebo, incluso te mandé unos bocetos”. Recordé vagamente que diez años antes habían llegado en un sobre unas primeras imágenes de la rata en cuestión. Yo, por pereza u olvido o desconfianza en el futuro del proyecto de la Rata del Placebo, nunca había contestado esa carta.

Ahí estaba Olate, entonces, le ofrecí disculpas por no haber contestado su carta, las aceptó, y nos volvimos a reír como en Chillán diez años antes. Nos volvimos a abrazar como en Chillán.

Desde entonces, La Rata del Placebo es uno más de los múltiples proyectos que tenemos que realizar con Manuel. Él ha diseñado el objeto de arte “La Cajita del Bello Barrio”, así como las carátulas de los discos “Redolés y los Ex-Animales Domésticos en Shile” (nominado al Premio Altazor 2001), “12 Thomas” y “¿Cachaí Reolé? (ganador del Premio Altazor, en categoría mejor disco de rock 2009) , amén de volantes y afiches de mis recitales.

Dicen que tienen pruebas que lo vinculan con no sé qué cosa. Pruebas que fueron obtenidas por el ejército colombiano en una invasión de territorio ecuatoriano. Ni la Rata del Placebo tendría tanta imaginación. ¡Basta de chacota con la libertad y la dignidad de un hombre íntegro! Libertad para Olate.

Por Mauricio Redolés
El Ciudadano

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